En el siguiente artículo redactado por JAVIER MORENO LUZÓN, se realiza una serie de reflexiones sobre como el particularismo, enemigo de la equidad, ha aparecido en distintos momentos y países en forma de patronazgo, corrupción y localismo. El artículo pretende desarrollar la virtualidad que ofrecen las ciencias sociales acerca del clientelismo, para explicar algunas de las características y la evolución de las relaciones sociopolíticas en España durante el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, en la creencia que la precisión conceptual, junto con otras tareas como la comparación, puede perfeccionar el conocimiento de la historia.
Caciquismo y política de clientelas en la España de la Restauración (1875-1902):
- Los lazos clientelares se apartan de la moral proclamada oficialmente. En las instancias administrativas, las prebendas arrancadas por las clientelas atacan, como es obvio, a la raíz del principio equitativo plasmado en el ordenamiento jurídico. Por ello se convierten en objeto de condena moral, al menos por los hombres más comprometidos con la justicia.
- El cacique, como el jefe italiano o el boss norteamericano, aprovechaba su posición privilegiada para torcer la ley en favor suyo y de sus amigos, tal y como pusieron de manifiesto todos los testimonios, de dentro y de fuera del régimen. La protección que le aseguraba su utilidad política le permitía incumplir las leyes y resultar indemne.
- Los clientelares son vínculos sociales de tipo instrumental. El núcleo principal de la relación consiste en el intercambio recíproco de bienes y servicios de distinta especie entre dos sujetos, los que forman la llamada «díada», base de cualquier sistema de clientelas: el patrón, que proporciona bienes materiales, protección y acceso a diferentes recursos, privados y públicos; y el cliente, que ofrece a su vez servicios personales, lealtad y apoyo, que en el ámbito de la política puede traducirse en votos.
- A pesar de este carácter instrumental, es posible que los vínculos de clientela cuenten con algún elemento afectivo o emocional, lo cual ha llevado a veces a confusión.
- El «cacique bueno» repartía prebendas, se servía de las recomendaciones, aprovechaba su influencia para obtener favores por vías discriminatorias y organizaba las elecciones de acuerdo con sus patronos, aunque procurara que todo ello beneficiase a su pueblo y conducirse siguiendo un criterio personal de justicia. El sistema clientelista seguía funcionando, independientemente del juicio moral que nos merezcan sus resultados.
- Las administraciones locales han sido en todo el mundo el ámbito privilegiado de la
política clientelista. Los recursos de que disponen los gobernantes en estas instancias les permiten hacer favores que afectan inmediatamente a la vida cotidiana de sus clientes, en especial cuando el Gobierno ha delegado gran parte de sus funciones en ellas. En la España de la Restauración, la mayoría de la población estaba sometida preferentemente a las decisiones tomadas o puestas en práctica por los Ayuntamientos.
A continuación se aportan algunas ideas manifestadas por pensadores a lo largo de los dos pasados siglos:
«Di que te quejarás al señor Gaitín, o que pidan informes de ti a cualquier Gaitín, por que aquí no hay más ley que el capricho y el me da la gana de esa familia. Los acaldes son suyos, suyos los secretarios del ayuntamiento, suyos el cura y el pindonguero juez, ya sea municipal, ya de primera instancia…Porque aquí decimos que hay leyes, y mentamos la Constitución cuando nos vemos pisoteados por la autoridad. Nombrar esas cosas es como si cuando te estás ahogando en un río pidieras botas de montar. Los tiranos que aquí se llaman Gaitines, en otra tierra de España se llaman Gaitanes ó Gaitones… Pero todos son lo mismo. «
BENITO PÉREZ GALDÓS (1843-1920).
«El campo ahoga a la ciudad; la masa rural es una terrible cadena que llevan en los pies los ciudadanos. Todo progreso político y cultural se embota en el campo. El ruralismo nos pierde. Esto sólo se curará industrializando la agricultura, introduciendo la maquinaria en los campos y fomentando la concentración de las masas campesinas…«
MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936).
«Si el fin de un período de reforma y zarandeo va a hacer llegar a equipararnos, por ejemplo, con Bélgica, mejor es curarse en salud, es decir, mejor es no curarse ni tomar medicina alguna y morir como hombres, borrarnos del mapa sin hacer nuevas contorsiones. Sólo dos hechos son bastantes y sobrados para dar idea de lo que trae consigo el adelanto por el que se suspira: en el orden político, la anulación de todas las personas de sentido común y la exaltación de todos los elementos bajos de la sociedad; no hay más medio de reunir mayoría de hombres (cuando la mayoría es la que buscan los partidarios del sufragio puro, sin el bendito encasillado, que entre nosotros va dando largas al advenimiento efectivo de la democracia) que proponer una idea vulgar que sea comprensible por esa misma mayoría, y como no es de esperar que los hombres capaces quieran descender a apretar fuertemente la mano de los honrados electores y a proponer majaderías, resultará que el porvenir es de los que no proponen majaderías por cálculo, sino de los que las sienten de veras y las exponen como cosa natural y peculiar… En el orden moral hay otro hecho más bonito aún del que ya te he dado cuenta; los antiguos iletrados, o los que no sabían leer y escribir, al aprender a leer y escribir continúan lo mismo en el fondo que antes eran; pero cambian en un punto: en el de conocer la mayor trascendencia de la moneda y en el de sentir con mayor imperio los instintos que antes les inclinaban a apoderarse de lo ajeno, y que ahora no sólo les inclinan, sino que les empujan y les llevan a paso largo«.
ÁNGEL GAVINET GARCÍA (1865-1898).
«Hay dos formas de patriotismo: una llama patria a un conjunto de perfecciones incomparables que supone vertidas por Dios o el azar sobre la tierra en que nació. Su patria le parece lo mejor del mundo, y en consecuencia, manifiesta su patriotismo gozando de esa optimidad. Este es el patriotismo estático, sensual, para quien es patria un objeto de placer.
Pero hay otro patriotismo más severo y fecundo, todo él pura energía y laborioso fervor. Es aquél que aspira a mejorar con la obra de sus manos, con las propias virtudes, la sociedad en que se viene a nacer. El pasado y el presente son mengua siempre frente a los que puede ser el porvenir. Patria no son las grandezas pretéritas o actuales de una sociedad sino lo que esta sociedad puede ser si la empuja el heroísmo. La patria es siempre algo por hacer, no lo hecho ya: la patria es la perfección de la patria, y el patriotismo verdadero crítica de la tierra de los padres y construcción de la tierra de los hijos. De este género ha sido el patriotismo de la nueva generación. Han ejercido un pesimismo metódico, una crítica terapéutica para desencajar de la vieja España, que había sido muerta, una España germinal.«
JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1883-1955).
«–¿Sabes qué te digo? –dijo Víctor, de pronto, y su voz se iba caldeando a medida que hablaba–: Que nosotros, los listillos de la ciudad, hemos apeado a estos tíos del burro con el pretexto de que era un anacronismo y… y los hemos dejado a pie. ¿Y qué va a ocurrir aquí, Laly, me lo puedes decir, el día en que en todo este podrido mundo no quede un solo tío que sepa para qué sirve la flor de saúco?»
MIGUEL DELIBES (1920-2010).
Que nuestra sociedad haya sido en las luces capaz y en las sombras pertinaz, resolviendo la paradoja del caótico discurrir en la dirección del tiempo, las veces en cuantos casi imperceptibles, las otras a borbotones impetuosos; no nos indica otra cosa que lo fructuoso del camino recorrido.
Si somos capaces de sentir las reflexiones de nuestros antiguos y de comprender las circunstancias de nuestro momento, el dominio sobre la decisión no nublará el reconocimiento de él, en si mismo. No en vano somos titulares de nuestro pasado a la par que enfiteutas de nuestro futuro.
¿Cómo ha sido la evolución de mi pueblo? ¿Llegó la separación de poderes al mismo, cuando Juez de Paz y Alcaldía dejaron de recaer en quien poseía relación conyugal o dicho valor constitucional ya existía en la España actual? ¿Me han despreciado o no me he hecho valer? ¿Qué valores me conculcaron en la niñez? ¿En qué puedo mejorarme a mi mismo y, por ende, a los que me rodean? ¿Qué es para mí la patria? ¿En qué condiciones voy a devolver lo que me dejaron los antepasados? ¿Qué conocimiento merece la pena de ser transmitido a los que me continuarán? Me da todo igual, ¿o en el fondo no?
¿RECUERDAS PARA QUE SIRVE LA FLOR DE SAÚCO?…