Una de tantas paradojas que tenemos en la sociedad capitalista en la que vivimos es la de la “Obsolescencia programada”.
La “Obsolescencia programada”. es acortar expresamente la vida útil de un producto volviéndolo inservible o inadecuado a circunstancias o modas.
Es curioso que a principios de siglo se incentivara a los ingenieros de entonces a que crearan objetos para que duraran el máximo de tiempo con el mejor rendimiento, y que luego al darse cuenta que eso haría que la gente comprara menos, se exigiera a esos mismos ingenieros a que produjeran objetos que duraran menos tiempo y crearan en la gente la necesidad de volver a comprarlos, con una duración menor, generando la continua demanda de productos y así entrar en el círculo de “COMPRAR-USAR-TIRAR-COMPRAR”.
Uno de los ejemplos más conocidos es el del parque de bomberos de Livermore, en California. Es el hogar de la bombilla en funcionamiento más duradera del mundo según el libro Guinness de los récords. Se trata de la “Centennial Light”, encendida en 1901 y solo apagada en cuatro ocasiones debido a traslados o reformas.
Otro ejemplo sería el siguiente:
¿Sabías que en los años 20 las medias de nailon eran irrompibles? Sus fabricantes se dieron cuenta de que las ventas bajaron y por eso acordaron hacerlas mucho más finas: el resultado, medias que se rompen a los 3 usos.
Cuando yo estudiaba bachillerato (de eso hace bastante tiempo), existía la guerra de Vietnam y recuerdo que se comentó en clase que cuando terminase la contienda, 2 millones de personas se irían al paro ya que directa o indirectamente toda esa gente trabajaba en algo relacionado con dicha guerra.
Algunos ejemplos de Obsolescencia programada (copiados de Google):
I Phones ralentizados
Cartuchos de tinta inalterable
Libros de texto modificados mínimamente
Actualizaciones anuales en los coches….
En esta sociedad de consumo se argumenta que:
“Un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios”.
“Vivimos en una sociedad de crecimiento cuya lógica no es crecer para satisfacer las necesidades, sino crecer por crecer”.
Hay tres elementos fundamentales para hacer girar esta sociedad: publicidad, obsolescencia programada y crédito.
Y para justificarlo, el consumo debe crecer sin límites.
Eso nos tiene que llevar a pensar en:
¿Qué queremos y qué futuro queremos para el planeta?
¿Podemos crecer infinitamente con una producción sin límites?
¿Es éticamente aceptable?
Un tema que daría para escribir un libro entero, pero que nos puede, si queremos, hacer reflexionar y actuar.
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José Luis Arraya