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NI ESTÁ…, NI SE LE ESPERA.

Este día 10 de febrero se ha podido observar en el Diario de Burgos a los principales alcaldes burebanos y su opinión con respecto a su posible presentación a las próximas elecciones municipales. Lo puedes consultar en el siguiente enlace:

CASI LA MITAD DE LOS ALCALDES BUREBANOS SERÁN CANDIDATOS. 

Tras leer la noticia ha habido muchos vecinos que se han quedado atónitos:

¡NI SE MENTA A NUESTRO PUEBLO!

Que según el discurrir de los años, los lustros, las décadas, nuestro pueblo haya estado engrosando la idea de un imaginario que algún día pudo ser, pero que nunca será, no es algo que genere alegría o ilusión, empero, ahí están los hechos. En la Asociación Vecinal llevamos mostrando preocupación por ellos durante los últimos cuatro años.

La cantina en la que se invirtió para cerrar al poco tiempo, el centro para las personas mayores del que ni se habla, el polideportivo que se comenzó a construir y ahí se quedó en un esqueleto a medio hacer, un dineral…, las normas urbanísticas que se inician y ni se contesta a los vecinos que se preocupan por ellas, la salida de la AP-1 que se persigue en «La Brújula» y no se consigue, la Caja de Ahorros que desaparece, el servicio del Consultorio Médico que se minimiza, la herrería, tienda de alimentación y panadería que cerraron sin que surgieran otros negocios alternativos, bares y estanco igual, la población que está cayendo en picado sin solución de continuidad, la fibra óptica que ni está, ni se la espera, como las reuniones que ha solicitado la Asociación Vecinal al poder municipal para tratar asuntos de esta índole y que no han tenido ni respuesta…

Además de la lista cada día más elevada de asuntos que se están dejando en el tintero, que también afectan «AL COMÚN» y de los que por no contestar a las Instituciones, cada día que pasan sin solucionar, la bola se hace más grande hasta que estalle…

¡QUÉ PENA MONASTERIO, QUIEN TE HA VISTO Y QUIÉN TE VE!

¿QUÉ TE HA PASADO?

Desde TRITIUM AUTROGONUM se invita a que, por lo menos, el poder municipal se manifieste y dé certidumbre a sus vecinos, puesto que tendrá tarde o temprano que ponerse manos a la obra y enfrentar todos los problemas del pueblo que se están dejando sin solucionar, más los que puedan surgir.

¡AHÍ ESTARÁ TRITIUM AUTRIGONUM PARA RECORDARLO!

¡ÁNIMO!

………………..

«La misma noche en que su autoridad fue reconocida por todos los comandos rebeldes, despertó sobresaltado, pidiendo a gritos una manta. Un frío interior que le rayaba los huesos y lo mortificaba inclusive a pleno sol le impidió dormir bien varios meses, hasta que se le convirtió en una costumbre. La embriaguez del poder empezó a descomponerse en ráfagas de desazón. Buscando un remedio contra el frío hizo fusilar al joven oficial que propuso el asesinato del general Teófilo Vargas. Sus órdenes se cumplían antes de ser impartidas, aun antes de que él las concibiera, y siempre llegaban mucho más lejos de donde él se hubiera atrevido a hacerlas llegar. Extraviado en la soledad de su inmenso poder, empezó a perder el rumbo. Le molestaba la gente que lo aclamaba en los pueblos vencidos, y que le parecía la misma que aclamaba al enemigo. Por todas partes encontraba adolescentes que lo miraban con sus propios ojos, que hablaban con su propia voz, que lo saludaban con la misma desconfianza con que él los saludaba a ellos, y que decían ser sus hijos. Se sintió disperso, repetido, y más solitario que nunca. Tuvo la convicción de que sus propios oficiales le mentían. Se peleó con el duque de Marlborough. «El mejor amigo —solía decir entonces— es el que acaba de morir». Se cansó de la incertidumbre, del círculo vicioso de aquella guerra eterna que siempre lo encontraba a él en el mismo lugar, solo que cada vez más viejo, más acabado, más sin saber por qué, ni cómo, ni hasta cuándo. Siempre había alguien fuera del círculo de tiza. Alguien a quien le hacía falta dinero, que tenía un hijo con tos ferina o que quería irse a dormir para siempre porque ya no podía soportar en la boca el sabor a mierda de la guerra y que, sin embargo, se cuadraba con sus últimas reservas de energía para informar: «Todo normal, mi coronel». Y la normalidad era precisamente lo más espantoso de aquella guerra infinita: que no pasaba nada. Solo, abandonado por los presagios, huyendo del frío que había de acompañarlo hasta la muerte, buscó un último refugio en Macondo, al calor de sus recuerdos más antiguos. Era tan grave su desidia que cuando le anunciaron la llegada de una comisión de su partido autorizada para discutir la encrucijada de la guerra, él se dio vuelta en la hamaca sin despertar por completo«.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, 1967.