Recientemente se ha podido consultar la siguiente noticia del Diario de Burgos de 15 marzo 2023. En ella se trata de la Mancomunidad Encuentro de Caminos a la que pertenece nuestro pueblo.
ENCUENTRO DE CAMINOS BUSCA POTENCIAR EL TURISMO.
¿SABÍAS QUE PERTENECEMOS A ESA MANCOMUNIDAD?
¿SABES QUÉ FINES TIENE?
¿ES CIERTO QUE PERTENECER A LA MISMA NOS CUESTA UNOS 9.000-10.000 € AL AÑO?
¿QUIÉN OSTENTA LA RESPONSABILIDAD DE REPRESENTACIÓN DE ESTA MANCOMUNIDAD EN NUESTRO AYUNTAMIENTO?
Desde TRITIUM AUTRIGONUM se agradece la otorgación de explicaciones e imagen pública que acaban de ofrecer los tres vecinos de pueblos hermanos del nuestro que aparecen en la noticia. Rafael de Fresno de Rodilla, Nicasio de Cardeñuela de Río Pico y Raquel de Pradoluengo. Pero… echamos algo en falta en la noticia y, en nuestro pueblo…
… ¿TÚ NO?
Según las actas que se aprueban en las sesiones plenarias de nuestro Ayuntamiento, estos son nuestros representantes en la susodicha Mancomunidad:
No se tiene noticia que sobre este asunto y de forma previa a la presentación del proyecto, se haya tratado de involucrar a los posibles interesados existentes en Monasterio a través de algún punto del orden del día de esas sesiones plenarias en las que el poder municipal se reúne en la «casa de todos», el Ayuntamiento.
¡NO SE CONOCE EL POR QUÉ!
¿ALGUIEN SE HA PREGUNTADO SI LA FORMA DE ORGANIZAR EL FUNCIONAMIENTO DEL AYUNTAMIENTO PLANTEADA Y DADA POR BUENA POR NUESTRO PODER MUNICIPAL, PUEDE TENER ALGÚN TIPO DE CONSECUENCIA SOBRE LA IMAGEN QUE ESTAMOS DANDO HACIA DENTRO Y HACIA FUERA?
¿FORMA PARTE ACASO, LA IMAGEN DE LA COLECTIVIDAD DE NUESTRO PUEBLO, DE UNO DE ESOS VALORES DE LO QUE SE PODRÍA ENTENDER COMO ELEMENTOS CONFORMADORES SOBRE EL BIEN COMÚN DEL MISMO?
TRITIUM AUTRIGONUM considera que sería muy positivo que el poder municipal llevara la iniciativa de la Mancomunidad Encuentro de Caminos a la próxima sesión plenaria y se informara de ello a los vecinos e interesados.
¡EL TIEMPO PASA!
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«El bien y el ente realmente son lo mismo. Sólo se diferencian con distinción de razón. Esto se demuestra de la siguiente manera. La razón de bien consiste en que algo sea apetecible. El Filósofo dice en el I Ethic. que el bien es lo que todos apetecen.
Es evidente que lo apetecible lo es en cuanto que es perfecto, pues todos apetecen su perfección. Como quiera que algo es perfecto en tanto en cuanto está en acto, es evidente que algo es bueno en cuanto es ente; pues ser es la actualidad de toda cosa, como se desprende de lo dicho anteriormente. Así resulta evidente que el bien y el ente son realmente lo mismo; pero del bien se puede decir que es apetecible, cosa que no se dice del ente.
Según esto, hay que considerar que toda delectación es un accidente propio que acompaña a la bienaventuranza o a alguna parte de ella, porque se siente delectación cuando se tiene un bien que es conveniente, sea este bien real, esperado o al menos recordado. Pero un bien conveniente, si es además perfecto, se identifica con la bienaventuranza del hombre; si, en cambio, es imperfecto, se identifica con una parte próxima, remota o al menos aparente, de la bienaventuranza.
La rectitud de la voluntad se requiere para la bienaventuranza antecedente y concomitantemente. Antecedentemente, en efecto, porque la rectitud de la voluntad existe por el orden debido al fin último. Ahora bien, el fin se relaciona con lo que se ordena a él, como la forma con la materia. Por eso, lo mismo que la materia no puede conseguir la forma si no está debidamente dispuesta para ella, nada puede conseguir el fin si no está ordenado a él debidamente. Y, por eso, nadie puede llegar a la bienaventuranza si no tiene rectitud de voluntad.
Concomitantemente también, porque, como ya se dijo, la bienaventuranza última consiste en la visión de la esencia divina, que es la esencia misma de la bondad. Y así la voluntad del que ve la esencia de Dios necesariamente ama
cuanto ama en orden a Dios; lo mismo que la voluntad de quien no ve la esencia de Dios necesariamente ama cuanto ama bajo la razón común de bien que conoce. Y esto es lo que hace recta a la voluntad. Por consiguiente, es claro que no puede haber bienaventuranza sin voluntad recta».
TOMAS DE AQUINO (1225-1274).