¿Qué es?
El término minimalismo, en su ámbito más general, es la tendencia a reducir, a despojar de elementos sobrantes. La frase, que resume la filosofía minimalista es la famosa «menos es más», atribuida al arquitecto moderno Mies Van der Rohe.
Este artículo está en consonancia con el publicado el pasado día 5 de noviembre sobre la “Obsolescencia programada”. Ambos hacen referencia al concepto de “consumir”, algo inherente a esta sociedad de consumo.
La palabra “mini” ya indica “menos”. Significa ‘ pequeño ‘, ‘ corto ‘ o ‘ breve ‘.y tendría que ver con tener menos cosas porque el “movimiento minimalista” nace como respuesta al consumismo desmedido que impera en la sociedad norteamericana y da origen a un estilo de vida que propone vivir con lo justo.
Esta corriente social que tiene cada vez más adeptos en los EEUU expone los beneficios del “menos es más” y se sitúa en contra del actual modelo de sociedad basado en el consumismo y dando prioridad a las personas por encima de las cosas.
Todos acumulamos más cosas de las que necesitamos y sería un buen ejercicio preguntarnos antes de comprar ¿Lo necesito? ¿Por qué? y ¿para qué lo quiero comprar?
Generar apego a las personas es saludable, pero no lo es tanto a los objetos.
Hay personas que desarrollan un apego excesivo a los objetos y son incapaces de desprenderse de ellos aunque los estén ahogando física y emocionalmente. Esto obedece a dos razones: a) porque identificamos a los objetos como una prolongación de nosotros mismos y b) porque las cosas materiales sustituyen las carencias de afecto personal que tenemos.
Es importante trabajar el desapego e ir desprendiéndonos de cosas que no usamos y que nos ocupan espacio y nos roban tiempo, dinero y calma interior ya que requieren orden, mantenimiento y a veces evocan recuerdos no siempre agradables.
El dinero que en su día gastamos en comprar un objeto está amortizado por la felicidad que nos dió poseerlo. Si lo regalamos, permitiremos que otra persona disfrute de él y nos estaremos haciendo un bien a nosotros mismos y a ella.
Seguro que si lo pensamos bien podemos dar o reciclar objetos que no echaremos en falta, y si un día buscamos algo que ya no tenemos nos compensará saber la felicidad que hemos causado en el otro con cosas que no utilizamos.
La facilidad que nos producen las nuevas tecnologías en adquirir casi cualquier producto que queramos además de la inmediatez en tenerlo en la puerta de casa, hace que acumulemos cada vez más cosas en nuestros hogares y ello no nos hará necesariamente más felices.
Hace tiempo leí en un libro algo relacionado con esto:
Decía que una tribu nómada de 4 personas, compuesta de matrimonio y dos hijos poseía en total 150 cosas.
Te invito a que sólo cuentes TODAS las cosas que tienes en tu cocina. Yo lo hice y cuando vivía solo, únicamente contando las cosas en mi cocina triplicaba la cantidad de las cosas que poseía esa familia nómada.
Un tema que daría para escribir un libro entero, pero que nos puede, si queremos, hacer reflexionar y actuar en beneficio propio y del planeta.
Si quieres expresar tu opinión o hacer algún comentario, puedes escribir a tritiumautrigonum@gmail.com
José Luis Arraya